¡Cambiamos el pueblo!
Había una vez una adolescente que vivía en un pueblo humilde. Se juntaban todas las tardes en su casa con amigas a tomar algo mientras conversaban de la vida.
Una tarde como las demás, en una de sus charlas salió el tema:¿ como sería la vida en su pueblo sin espejos? Todos comenzaron a sacar sus propias conclusiones y ella opinaba que no habría tantas cirugías, moda, bulimia, anorexia, productos de belleza, tanta discriminación, la gente sería más sencilla, no estaría en frente de un espejo sacándose defectos, deprimiéndose por lo que no es o alegrándose por lo que si.
Sin embargo sus amigos también opinaban y no se imaginaban a su pueblo sin espejos, porque se sentían “feas y descuidadas”. Imaginaban que nadie las miraría o vivirían sin rivalidad y no se esmerarían día a día para verse más bonitas. Siguieron opinando hasta que cambiaron de tema porque ya no estaban hablando, sino discutiendo, entonces comenzaron a hablar de otra cosa. Pero ella se quedo con la idea en la cabeza y decidido consultarlo con su madre, que le dijo que hiciera un proyecto y se lo propusiera a la municipalidad: “que no haya espejos en el pueblo”. Su propuesta fue aceptada pero el pueblo se dividió en opiniones a favor y en contra. Los opositores se estuvieron que acostumbrar a vivir sin espejos. Y pronto comenzaron a disminuir la bulimia y la anorexia. El proyecto quiso crecer a la provincia pero no fue aceptado.
Sin dar mucha importancia, en el pueblo siguieron viviendo sin espejos y fueron conocidos en el país. El pueblo comenzó a probarse cada vez más y se convirtió en una ciudad. Así fue como esta adolescente le demostró a sus amigas cómo y qué pasaría en su pueblo si no hubiera espejos.
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